Enciendo la radio, cambio, cambio y vuelvo a cambiar, el motivo: todo lo que suena es nocivo para la calma que busco.
El semáforo ha cambiado, pitan, acelero, la radio suena fresca y divertida; para mi es todo lo contrario.
Giro giro y vuelvo a girar, entro en una rotonda. Mi lado izquierdo del cerebro quiere marcharse de esta ciudad,
giro giro y vuelvo a girar pero el derecho, frió y calculador, sale del circulo sin fin y pone rumbo a mi destino prefijado.
Aun con la idea en la cabeza de haberme perdido en esa rotonda que acabo de dejar atrás llego a mi destino.
Entrego el paquete y me monto de nuevo en el auto.
Vuelvo a prestar atención a la radio y ahora la canción me trae recuerdos de infancia.
Sonrió sonrió y vuelvo a sonreír, acabo de dejar atrás la rotonda huyo al fin de esta ciudad y;
aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
estos son los últimos versos que yo le escribo.
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